En este tercer capítulo, José María Gallardo del Rey comparte sus vivencias y aprendizajes junto a Paco de Lucía, centrándose en su colaboración para el “Concierto de Aranjuez”. Relata su primera experiencia en Japón en 1990, donde quedó impresionado por el avance tecnológico del país. Destaca cómo Paco, al elegirlo como director musical, necesitaba más que un director convencional; buscaba un compañero que entendiera su estilo y le ayudara a preparar el concierto. Gallardo explica que, en lugar de seguir las partituras tradicionales, desarrollaron un método intuitivo basado en la escucha y la improvisación. Este enfoque permitió a Paco liberarse de las limitaciones del disco y centrarse en la frescura de la interpretación. A lo largo de largas jornadas de ensayo, ambos exploraron soluciones técnicas y creativas, enriqueciendo su interpretación. Además, menciona la influencia de la copla y el tango en su música, y cómo estas tradiciones nutrieron su estilo. Finalmente, ofrece consejos sobre la importancia de tocar a tempo y ser fiel a la obra original antes de añadir expresividad, enfatizando que el aprendizaje es un proceso continuo y compartido.
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